martes, 24 de noviembre de 2015

Comprendiendo la vida como el fútbol

Comprender la vida y el fútbol es comprender que todo es cuestión de ciclos, es comprender que hoy puedes ser el Lionel Messi de un Barcelona pero mañana podés ser el Radamel Falcao de una Selección Colombia, es entender que hasta un Totti se puede ir de la Roma o que un Gerrard se fue de un Liverpool, todos estamos hechos de decisiones que nos convierten en un constante desequilibrio y en un constante entretiempo que nos permite decidir un cambio de ritmo en el siguiente tiempo del partido.

Vivir consiste en saber que solo se queda en el campo  aquel que sabe caer y luego se levanta, aquel que no da un balón por perdido y aquel que con inteligencia es capaz de enamorar con la magia de su juego.

Vivir es saber que vales mucho para estar en una banca como Falcao o que sos muy bueno como para que te menosprecien como Jackson, porque la vida es como el fútbol, valorarse es entender que si te van a querer a medias, es mejor que no te quieran.

domingo, 22 de noviembre de 2015

El fin de semana de los bailes

La vida siempre tiene la manera de hacerme feliz, con un fin de semana lleno de buen fútbol en el que las sopresas, la emoción y hasta la decepción fueron protagonistas en esta pista de baile.

La primera rumba fue entre el Barcelona y el Real Madrid, un partido en el que el visitante se bailaba al local con un juego sencillo pero contundente, y donde los jugadores del Real Madrid con su desconcentración y parsimonia, jugaban el peor partido de los últimos tiempos. Fue un clásico en el que Barcelona se dio cuenta que su jugador estrella no es un jugador irreemplazable, que el equipo liderado por Iniesta puede marcar 4 goles perfectamente y que tienen un guarda meta increíble que anuló toda posibilidad de grito de gol de los madridistas que intentaban recuperarse de ese baile que los dejó llenos de dudas y decepción.


Continuaba el fin de semana e iniciaba la última fecha de la Liga Águila, una liga que no se compara con un torneo español, ni italiano ni mucho menos inglés, pero que al fin y al cabo es la liga de mi país en la que increiblemente me hace sentir más cosas que cualquier otra y en la que esta fecha en particular tiene más relevancia y sentimiento que cualquier cosa pues se conocería el baile de los 8 clasificados. 


Alianza Petrolera, Santa fé, Cali, Patriotas, Millonarios y Equidad, luchaban por uno de los tres puestos que hacían faltan para completar este selecto grupo, y con calculadora en mano jugaban el partido del año que arrojó la lista de los clasificados de  esta liga en la que el líder rotundo, Atlético Nacional, rompió un nuevo récord en el fútbol profesional colombiano, es la primera vez que un equipo colombiano clasifica con 45 puntos en torneos cortos y cuenta con 80 puntos en la tabla de reclasificación. un equipo que sin mucho esfuerzo y con una correcta jerarquía, llegó a la cima de estas tablas para quedarse con todo.


En medio de estos bailes, clasificó un Deportivo Cali mediocre que en el último minuto anotó el gol que los arrastraría hasta el séptimo lugar y un Independiente Santa Fé que cayó contra Millonarios pero que gracias a la diferencia de goles pasó a la siguiente fase como pasaría un estudiante universitario que se relajó en el semestre, en 3,0.


Emoción, ilusión, decepción, tristeza y alegría hacen de esta liga, una de mis preferidas y no precisamente por su fútbol, pero hizo que este fin de semana estuviera cargado de emociones y de bailes, en los que a unos se les olvidó bailar y otros brillaron en la pista pero más importante aún donde unos cuantos aprendieron que en el fútbol como en la vida hay que saber bailar al son que le toquen.




miércoles, 18 de noviembre de 2015

Un día en el Metropolitano con la Selección Colombia

A más de 40° C y con el corazón en la mano, después de cantar el himno más emotivo que he vivido y un par de predecibles lágrimas que lo acompañaron, vi a la Selección Colombia en el Metropolitano.

Una selección Colombia inestable, que está perdiendo su estilo de juego, su identidad y sus esperanzas de ir al próximo mundial, una selección a la que le cuesta acoplarse no sólo entre sus jugadores sino también con el calor, la humedad y el terreno de barranquilla, que aunque es una fiesta completa cada vez que se viste de amarillo, afecta el rendimiento y el estado físico de unos jugadores que están acostumbrados a jugar en otras condiciones muy diferentes a las que ofrece el Metropolitano.

Fue un partido en el que se vio reflejado la inexperiencia de la mayoría del plantel y donde vimos claramente la falta de un capitán seguro dentro del equipo, un capitán que hiciera respetar la casa frente al show de los argentinos con su táctica de tirarse al piso cada 5 minutos, con lo que provecharon la desconcentración de la Selección Colombia e hicieron de las suyas como Argentina por su casa.

Un partido para olvidar, un partido que deja muchos sin sabores, pero como en la vida, la esperanza es lo último que se pierde, yo espero que nuestra Selección vuelva a tener un juego sólido, una jerarquía impecable y un equipo digno de merecer ser un sueño, así como el que cumplí ayer, fui al Metropolitano a ver jugar la Selección Colombia.






jueves, 12 de noviembre de 2015

Un día de fútbol feliz

Hoy fue un día feliz, así como lo son los días en que el fútbol es protagonista, esos días donde el país se viste de amarillo, azul y rojo para alentar a sus ídolos y donde la esperanza se convierte en el único método para sobrepasar la intriga de lo que serán estas famosas eliminatorias a la copa del mundo.

Un día para recordar como el día en que la Selección Colombia empató con el mejor equipo de América en su momento, en un partido que generaba muchas expectativas gracias a las habladurías de ciertos periodistas que indicaban que la era de Pékerman llegaba a su final y que el plantel estaba en un momento crítico que probablemente los llevaría a una derrota; con lo que no contaban era con la astucia del estratega argentino que replanteó el juego de una selección estancada y le dio un giro de 90° al darle la oportunidad a jugadores como Daniel Torres y Jackson Martínez demostrando que la selección puede tener un nuevo aire.


Y sí, aunque muchos no lo crean estoy elogiando el trabajo de Jackson Martínez, que durante los primeros 45 minutos dio un aire diferente a la táctica de Pékerman y junto a Luis Fernando Muriel que para mi fue el mejor jugador de la cancha, llenaron de esperanza a millones de colombianos.


Fue un día feliz porque grité un gol de James Rodríguez, un jugador orgullosamente colombiano que se da el lujo de anotar en el Real Madrid y en la Selección Colombia después de una lesión que lo alejó un tiempo de las canchas, fui feliz porque el equipo volvió a jugar sin miedo y supo enfrentar a un rival difícil y en su propia casa y sigo feliz porque ratifico que la vida es como el fútbol, "no se trata de tener buenas cartas sino de jugar bien las que uno tiene".

martes, 10 de noviembre de 2015

Una vida llamada fútbol

Si usted es de las personas que escucha hablar de fútbol e inmediatamente quiere meter la cucharada, si usted es de los que piensa en fútbol todo el día, si usted se acuerda de fechas especiales con sus seres queridos a partir de partidos de fútbol, y sobre todo si usted compara los acontecimientos de su vida con acontecimientos futbolisticos, déjeme decirle que usted no está solo, usted es de los míos.

Esto es un espacio en el que hablo de una vida llamada fútbol, que como todas tiene sus alegrías, tristeza, éxitos y altibajos pero que al fin y al cabo es un vida que la mueve una religión, un sentimiento, una pasión; un deporte que mueve más masas que cualquier iglesia, que aman más que a la propia mamá y que tiene más seguidores que Shakira en Facebook.

Y si usted es de esas personas que dicen que el fútbol es solamente eso, fútbol, lo invito a que lea más blogs como este para que quede convencido de que esto no es solo un deporte en el hay que perseguir un balón para finalmente dejarlo en el fondo de una red, sino que es una palabra que llega a convertirse en vida, así como la mía, esa vida que yo llamo FÚTBOL.